Me niego.
No quiero
verte en brazos ajenos
ni echarte
de menos cuando no estás.
No quiero
que el viento rompa mis labios
deseosos de
los tuyos.
No quiero
que vuelva a pasar el tren
y quedarme
sin oír su silbato.
Quiero volar
alto,
más alto aun
que la avioneta del deseo
y aterrizar,
sin estrellarme,
en las
curvas de tu cuerpo.
No quiero
imaginar más,
quiero que
suceda
y que sea
cuanto antes.
Quiero que
seas tú quien rompe
el hechizo
de mi soledad,
pero quiero
que lo seas,
porque así
lo deseas,
y porque así
te he elegido.
Quiero quemarme
cada día
en el fuego
de tu felicidad.
Y amanecer
alegre.