Tenía
miedos.
Muchos miedos.
Miedo al
frio en enero,
a la lluvia
de marzo
y a las
tormentas en julio,
tenía miedo
del calor del verano.
Tenía miedo
de no saber entender
las palabras
que salían de tus labios.
No entendía los
silencios
por los que
hemos pasado.
No sabía
poner color
al amor que
me has dado.
Y pensar que
después
de caminar a
tu lado,
por las
aguas del mar
he recordado
que para ser feliz,
lo mejor es
tenerte a mi lado.
Y los miedos
ya se han marchado.
Lejos de
donde nosotros
nos
encontramos para amarnos,
para ir
cogidos de la mano
al paraíso
de las luces del deseo,
ese que nos
entregamos.